Maximino Cucho Salica no sabe si llegará a ver en una década el árbol que él y su pareja Lidia Cruz plantaron ayer, pero mucho no les preocupa; decidieron acercarse a La Hoya y aportar para un Tucumán mejor. “Y que quizá, aunque no estemos, nuestros nietos puedan venir y ver el árbol que plantamos, y puedan sentirse orgullosos”, resumió ella. Como la pareja, alrededor de 600 voluntarios dejaron sus hogares en la mañana de ayer para participar de una gran jornada de reforestación en Yerba Buena.
Bajo el lema “Construyendo ecosistemas saludables” se plantaron alrededor de 800 árboles para crear un nuevo bosque, con un doble objetivo: devolverle espacio a la Yunga, y aportar a disminuir la huella de carbono. La jornada contó con la participación de ocho actores, como Meta Tucumán, la Fundación León, la Municipalidad de Yerba Buena y el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Provincia.
Había ejemplares de tarcos, tipa blanca y colorada, lapacho rosado y amarillo, pacará, cedro, palo borracho y nogal. Desde temprano, los plantines estuvieron listos, a la espera de los voluntarios. De a poco, personas de todas las edades se dieron cita: llegaban los nenes con sus palas y sus regadores de juguete, y también los adultos mayores apoyándose en alguna pala para poder caminar por el predio. Nadie quiso perderse este evento, que transformará para siempre La Hoya. “Venimos por el deseo, como tucumanos, de que la provincia sea mejor, que parezca realmente el Jardín de la República”, reflexionó Cucho.
Una idea clara
Florencia Ferreyra y Antonio Casanova estaban -cerca del mediodía- sacándose algunas fotos con sus hijas. La idea era guardar una postal; los organizadores propusieron fotografiarse con los ejemplares y volver en una década para renovar la foto. Es que el impacto de lo hecho ahora recién podrá ser visto en el futuro.
“Vimos la convocatoria en redes y nos pareció buenísima. Apuntamos a esto, por nuestras hijas y por las futuras generaciones. Estamos convencidos de que el futuro está acá, en el medio ambiente”, reflexionó él, y ella añadió: “en este mundo de la inmediatez, este tipo de actividades son muy valiosas para los chicos, que ahora saben que uno planta y el resultado va a verse en el futuro”.
Y eso es lo que Francisco de Rosa -presidente de Meta Tucumán- resumió con una palabra: trascendencia. “El que puso el primer ladrillo en Notre Dame no sabía si iba a ver terminada la Iglesia, y en qué se iba a convertir -ejemplificó a LA GACETA-; y de eso se trata, de la trascendencia de lo que hacemos. Por suerte, la consciencia va creciendo: plantamos estos ejemplares porque no hay más agujeros para seguir. Y eso está buenísimo; entendemos que la transformación cultural por vía del contagio requiere tiempo; en nuestras primeras salidas éramos pocos. Y hoy superamos los 600 voluntarios”.
El predio escogido no es al azar; en algunas épocas se convirtió hasta en un microbasural. La idea es dotarlo de naturaleza, para siempre. El espacio -cedido hace tiempo por el Gobierno de la Provincia a la Municipalidad de Yerba Buena, informó Meta Tucumán- será custodiado y mantenido por el municipio de la Ciudad Jardín, con seguridad para evitar que los árboles sean maltratados.
“Fue mucho el trabajo previo para llegar a esto. Hoy plantamos estos árboles, pero esto va a continuar en otras etapas. La idea era hacer algo grande en conjunto, y lo logramos”, añadió Alejandro Gómez. “Una vecina dijo que fue la Pachamama la que nos bendijo hasta con el clima; todo salió hermoso más allá de los organizadores, los mayores protagonistas fueron los voluntarios: familias, grupos de amigos, y los vecinos de la zona que vinieron a plantar y que ofrecieron sus casas para quienes necesitaran un baño. Esto se logró gracias al apoyo de todos”, añadió Luz Santos Bollea, también de Meta Tucumán.